Ya sabemos que el gobierno de algunos países históricamente herméticos intenta preservar la “inocencia” de sus habitantes con desmesuradas medidas de censura en Internet. Lo que en teoría debería ir evolucionando como una apertura de puertas en pos de la globalización digital se está tornando en una absurda cruzada que aboga por la ausencia de libertad informativa y las ataduras funcionales. Ya no hablamos de los recurrentes China o Corea del Norte, sino de países occidentales como España o Reino Unido.

Recientemente, el Consejo de Ministros español ha dado vía libre a la elaboración de la reforma del Código penal de 1995 en la que, entre otras abusivas medidas, pretende criminalizar la convocatoria de manifestación frente a instituciones del Estado a través de redes sociales que no hayan sido comunicadas a la Delegación de Gobierno. Es más, la publicación online de imágenes de antidisturbios trabajando durante una manifestación estará castigada con nada menos que 600.000€. Unas medidas terriblemente desproporcionadas que pretenden blindar más si cabe a un gobierno sitiado en los últimos tiempos por las constantes muestras ciudadanas de desacuerdo ante políticas abusivas en incontables ámbitos.

Una propuesta muy diferente pero igualmente retrógrada es la que el gobierno de David Cameron pretende instaurar en Reino Unido, haciendo que todos los proveedores de servicios de Internet del país activen por defecto un filtro que impida la posibilidad de conectarse a todo tipo de contenidos para adultos, desde material esotérico a pornografía, pasando por páginas que informen sobre alcohol, tabaco o drogas, además de sitios que expliquen cómo saltarse los filtros que se pretenden instaurar.

Mubarak-InternetParece que a estas alturas le están viendo las orejas al lobo. Durante la llamada Primavera Árabe que se ha llevado por delante unos cuantos gobiernos, Internet ha tenido un importante papel difusor e informativo hasta el punto de que el gobierno del presidente Mubarak en Egipto bloqueó totalmente la actividad en Internet para erradicar la floreciente revolución. Hay un patrón común en la reacción ante el aumento de actividad en la red en países en vías de desarrollo tecnológico, y es el miedo ante un sistema de comunicación que se alejan de los modelos tradicionales, más proclives al control de puertas para dentro. Y ya se sabe, uno tiene miedo de lo que no entiende, y más si no sabe cómo controlarlo.

Vamos al caso externo y más conocido. Ya sabemos cómo funcionan las cosas en Corea del Norte y la estirpe de los Kim, siendo la navegación por Internet en el país una excéntrica experiencia que elimina cualquier rastro de información del exterior y que centraliza los servicios de Internet a través de Kwangmyong, el único proveedor de servicio que casualmente es propiedad del gobierno. Por hermetizar, tienen hasta su propio sistema operativo, Red Star OS, basado en KDE 3.x.

Ahora es América Latina la que empieza a sufrir movimientos de este tipo, de nuevo preocupada por la posible apertura de mente que las puertas de la información instantánea pueden provocar entre sus habitantes, y de nuevo, coincide con un considerable aumento en el acceso a la red por parte de la población. Un reciente estudio sobre Economía en el mercado móvil en Latinoamérica expone que existen 164 millones de usuarios de banda ancha móvil, y que se vaticina un crecimiento del 30% anual a lo largo del próximo lustro.

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Según el último informe de la organización Freedom House, encargada de velar por la democracia, la libertad política y los derechos humanos, se realizó un listado del grado de libertad en la red en países de todo el mundo, otorgándose el calificativo de “Parcialmente libre” en México, Ecuador, Brasil o  Venezuela, estando este último en la frontera de los países “Sin libertad”. Los recientes problemas con el tráfico del dólar Americano como moneda alternativa han provocado que Conatel, regulador de los servicios de Internet en el país, haya bloqueado todas las páginas en las que se habla de su cotización, hasta el punto de pedir a Twitter que censure dichos datos. Algo que, unido a las medidas ya instauradas de limitación de acceso a contenidos hacen que la república bolivariana se encuentre en el límite de lo “admisible”. De Cuba mejor ni hablamos.

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El camino a la madurez ya sabemos que es difícil, y esto de que Internet sea considerado como el Rock & Roll del siglo XXI hace que del mismo modo que con aquel, sea vetado y criticado por los estandartes mandatarios que no lo comprenden o ven en su reflejo una posible revolución social que haga peligrar su hegemonía basada en la desinformación y el efecto burbuja. Lleva pasando en países asiáticos desde hace muchos años, lo están viviendo los países desarrollados ahogados por gobiernos demasiado restrictivos que achacan los problemas a quien no corresponde y lo comienzan a sufrir las comunidades en las que la tecnología está calando a un nivel nunca visto hasta ahora. Pero precisamente continuando con la analogía, es de esperar que la presión popular ponga a cada uno en su sitio. O al menos eso esperamos.

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