Portal 2 es la secuela directa de Portal, uno de los tres títulos que Valve incluyó allá por 2007 es su famosa Orange Box, un paquete de juegos que, además del mencionado, incluía Half Life 2: Episodio 2 y Team Fortress 2. Pese a ser el más desconocido y menos orientado a la acción de los tres, la mayor parte de la crítica internacional se puso de acuerdo en que Portal fue la gran relevación del año, mostrando mecánicas nuevas y sorprendentes, y desplegando una originalidad pocas veces vista en un videojuego. Cuatro años después, con una enorme presión a sus espaldas, la compañía de Gabe Newell ha conseguido volver a hacerlo. Y vaya cómo lo ha hecho.
A medida que pasan los años y se suceden los juegos, cada vez resulta más y más difícil sorprender. Las mecánicas, fundamento y auténtico engranaje de cualquier videojuego, como todo, son limitadas. Minecraft ha resultado tan sumamente exitoso y rompedor precisamente porque ofrece algo que hasta el momento no teníamos: una caja de arena en la que realmente poder construir lo que nos salga de las pelotas. Porque sí, matar nazis, encadenar palabras, conquistar imperios o pegar hostias es algo muy entretenido y necesario, pero no nos deja con la sensación de estar ante algo fresco que, por ejemplo, Minecraft nos trasmite. Con Portal 2 pasa exactamente lo mismo. Sus distintas mecánicas y, sobre todo, la perfecta conjunción de las mismas, hacen que cuando llevemos cinco o seis horas delante de él nos demos cuenta de que estamos ante algo realmente único. Consigue algo más difícil todavía: mejorar una idea tan genial como la del primer Portal, juego que recordemos tiene ya cuatro años.
Pese a que a Portal 2 la mecánica le da para hacer un título de puzles al uso, sin más cohesión entre fase y fase que el mero placer de jugar, Valve sabe que la excelencia no se alcanza así. Para tener un juego maravilloso necesitas cuidar todos los aspectos, y la segunda entrega de Portal lo hace con creces. La historia, sobre la que no mencionaré absolutamente ningún detalle para no fastidiar a nadie, es realmente mágica. «¿Por qué?» —me preguntaréis. Porque se ofrece al jugador de una forma muy similar a lo visto en el absurdamente infravalorado NieR. Es decir, la trama está ahí esperando a que tú la descubras, nadie va a metértela por la garganta ni a obligarte a escucharla, puedes hacerlo si quieres o puedes pasar olímpicamente de ella disfrutando prácticamente lo mismo. La decisión es tuya pero, obviamente, si eliges tomarte la molestia de investigar y atender a los detalles, descubrirás un guión verdaderamente fascinante. Si quieres.
Al mismo nivel que el guión del juego se encuentra uno de esos elementos capaces de mejorar o empeorar cualquier título: la narración. En Portal 2, al contrario de lo que sucede en la mayoría de juegos en primera persona en los que portamos un arma, la historia fluye con un tempo perfecto. En ningún momento notamos cómo nos intentan contar una historia a martillazos, sino muy poco a poco y de una forma bastante efectiva que oscila con mucho acierto entre el estilo de Bioshock y el del propio Left 4 Dead. «¿Qué tontería es esta sobre narración en Left 4 Dead?» —pensará alguno así al leer el nombre de sopetón. Sí señores, cada escenario de Left 4 Dead, lo crean o no, nos narra una historia. Casi cada rincón de cada fase tiene algo que contarnos en el mata zombis cooperativo por excelencia, y por suerte Valve ha sabido transportar esa genialidad a Portal 2. Porque sí, leer extensos documentos y codecs está muy bien, es entretenido y aporta un trasfondo muy rico a un videojuego, pero insinuártelo a través de los escenarios tiene bastante más mérito.
Como habréis intuido por mis palabras del primer párrafo, jugablemente Portal 2 es una auténtica burrada. Se las consigue apañar para sorprendernos cada vez que pensamos haberlo visto todo. Y no es una exageración, desde el primer instante de juego que, eso sí, resultará algo redundante para los que hayan jugado recientemente al primer Portal, hasta el mismísimo final, no dejaremos de quedarnos boquiabiertos. Llamadme lo que queráis, pero me encanta tener entre manos una propuesta original que, para variar, me estimule (ahora es cuando alguien hace un chiste sobre estimulación anal). Para mayor regocijo, esta propuesta viene, como sabéis de sobra, por partida doble en lo que son dos campañas completamente distintas e independientes. La historia para un sólo jugador, que es la principal y sobre la que he estado hablando todo el tiempo, suma unas ocho horas de gloria. Mientras que la campaña cooperativa, despojada prácticamente de historia y narrativa, sencillamente nos plantea seis horas de puzles en los que, gracias a la presencia de los dos portales adicionales de nuestro compañero, podremos disfrutar de una vuelta de tuerca adicional cojonuda.
En innumerables ocasiones he dicho y redicho que tengo un oído absolutamente desastroso y que me resulta imposible reconocer un DO de un LA, lo cual no me ha impedido disfrutar de una banda sonora brutal que, como ya pasase en el primer Portal, termina con una canción deliciosamente encantadora que estarás escuchando y tarareando durante semanas. Precisamente por esto resulta asombroso que el doblaje (al inglés) sea incluso mejor que la banda sonora. Uncharted, Red Dead Redemption o Enslaved tienen un trabajo de voces fantástico que te ayuda a meterte más aún si cabe dentro de la acción, pero lo de Portal 2 es sencillamente superior. Poco más os puedo decir al respecto sin contar algo de la historia, así que tan sólo os puedo recomendar jugar en inglés con subtítulos. Me lo agradeceréis.
En conclusión, Portal 2 es uno de los mejores títulos que puedes disfrutar a día de hoy en tu consola o PC. Desde luego no es recomendable si vas buscando acción directa o un montón de nazis/extraterrestres/demonios a los que disparar, pero si quieres un reto nuevo y estimulante estás de suerte, porque Portal 2 es capaz de brindarte quince de las mejores horas que vas a pasar este año delante de un monitor. Y lo que es mejor, tanto en solitario como con un amigo. Imprescindible.