Seguro que recuerdas aquella escena de El nombre de la rosa, en la que Guillermo de Baskerville intenta salvar todos los libros que puede en mitad del incendio de la biblioteca. Pues más o menos es lo que ha sucedido en la industria del videojuego con muchos clásicos que solo han podido conservarse gracias a la preservación… y la emulación. La comparativa puede parecer demasiado dramática, pero si horroriza ver cómo se pierde para siempre un libro, una partitura o una película, nadie debería quedarse impávido ante la desaparición de un videojuego.
La discusión sobre dónde empieza la preservación de videojuegos y dónde la violación de derechos de propiedad intelectual lleva varias décadas sobre la mesa. Y no tiene visos de que vaya a finalizar algún día. Algunas compañías como Nintendo han llevado este tema a los tribunales, logrando históricas victorias legales que llevaron al cierre de conocidas webs que funcionaban como repositorios de ROMs de consolas clásicas, incluyendo las suyas.
Sega Forever para tener gratis en el móvil los clásicos de Sega
Otras llevan haciendo caja con sus juegos más legendarios desde los tiempos de la primera PlayStation, como es el caso de Capcom, que ha ido comercializando recopilatorios, primero en formato físico y posteriormente como contenido descargable. Y también hay llamativos cambios de rumbo, como el que tomó Sega al ofrecer gratuitamente sus clásicos a través de dispositivos Android, desde el sello Sega Forever. Empezaron con los cartuchos más conocidos de Mega Drive y actualmente ofrecen incluso la adaptación para móvil de After Burner Climax.
SEGA publica varios juegos clásicos en Android de forma gratuita
La emulación siempre ha habitado en una “zona gris”, y desde luego es comprensible que las compañías de videojuegos luchen encarnizadamente por la propiedad intelectual de sus clásicos, sobre todo en estos tiempos, en los que el retro se ha convertido en un negocio muy boyante. Pero no es menos cierto que incontables videojuegos han logrado sobrevivir gracias al empeño de mucha gente que, de manera desinteresada, trabajó sin descanso para preservarlos digitalmente y así salvarlos de la destrucción, teniendo en el MAME su ejemplo más claro.
ROMs de recreativas para la preservación de videojuegos
Este emulador, creado inicialmente para permitir jugar en ordenadores a recreativas clásicas (aunque más adelante ha ampliado su rango de acción a otras máquinas, incluyendo maquinitas LCD de principios de los 80), ha permitido digitalizar las ROMs de placas que habrían sucumbido al óxido y el paso del tiempo.
Hay casos delirantes, como el del creador de Toki, que logró preservar el código original de la célebre recreativa de TAD Corporation porque se lo llevó a su casa en su momento, o el de Digital Eclipse, que para poder emular uno de los juegos que formarían parte de su recopilatorio SNK 40th Anniversary Collection se vieron obligados a viajar en autobús hasta un remoto pueblo de Japón para alquilar la placa recreativa original, que no había sido conservada por la propia SNK.
Emuladores para conservar juegos de microordenador
Y si apartamos el foco de la industria recreativa para fijarnos en los videojuegos domésticos, la historia es aún más dramática. Miles de juegos de Spectrum, Amstrad y otros microordenadores de los 80 han podido sobrevivir gracias a los emuladores, presentes desde el ecuador de la década de los 90, que han hecho posible que puedan disfrutarse, de manera digital, durante las décadas venideras.
La mismísima Biblioteca Nacional de España lanzó una iniciativa para preservar, de la misma manera que lleva haciendo siglos con los libros, el mayor número posible de videojuegos creados y distribuidos en ese país. Porque no solo se busca la preservación digital, sino también la física. Digitalizar un códice de la Edad Media es una gran noticia, pero eso no implica dejar de atesorar el libro físicamente. Porque los videojuegos también son cultura, aunque algunas instituciones y gobernantes hayan tardado décadas en darse cuenta.
Xbox apuesta por algún tipo de emulación legal
Algo está cambiando también en los despachos de los principales fabricantes de consolas. A diferencia de sus competidores, Microsoft lleva años haciendo un gran esfuerzo por rescatar el mayor número posible de lanzamientos originales de Xbox y Xbox 360 y utilizar la retrocompatibilidad para sumarlos al catálogo digital de Xbox One. Phil Spencer, el jefe de Xbox, declaró recientemente a Axios su deseo de que la industria, en general, adoptase algún tipo de emulación legal que permitiera a las consolas modernas ejecutar cualquier juego antiguo.
Por desgracia, y aunque los deseos de Phil Spencer se hicieran realidad algún día, tendrían que quedarse fuera todos aquellos juegos, que son legión, en los que hubieran caducado las licencias de terceros, ya fuera un tema musical, un coche o el rostro de un conocido actor. En ese caso habría que recurrir, una vez más, a la “zona gris”, la preservación, la emulación y, con ello, las disputas legales.
Con los formatos físicos empezando a degradarse con el paso de las décadas (primero fueron los diskettes y ahora los CD-ROM), el desafío técnico y legal que nos espera en los próximos años es tremendo. O las compañías se toman la preservación de videojuegos en serio y empiezan a dar soluciones, más allá de cobrarnos varias veces el mismo clásico en sucesivas plataformas, o tendremos que seguir navegando en aguas grises, nos guste o no.
