Recientemente todos los medios se han hecho eco de un videojuego para smartphones llamado Play to Cure, un simple arcade espacial con la particularidad de que mientras jugamos, enviamos información valiosa para la investigación contra el cáncer. Dicho así es un poco complicado comprender en qué consiste el proceso, pero nada más lejos de la realidad, la computación distribuida es una práctica que lleva usándose muchos años.

A la hora de realizar estudios científicos de envergadura, el volumen de cálculos informáticos a realizar cuando se trata de análisis genético o investigación espacial puede incluso resultarle costoso (y llevarle demasiado tiempo) a un supercomputador. Para resolver esta papeleta, la computación distribuida propone dividir estos grandes cálculos en pequeños sub-problemas para que sean resueltos de forma paralela por varios ordenadores de menor potencia. Ahora, imaginemos que todos esos potenciales sistemas de cálculo pequeños se corresponden con los millones de usuarios conectados a Internet. Desde luego, hay mercado.

A día de hoy existen varias propuestas para poner a disposición de la ciencia la potencia de cálculo de nuestro equipo. El Berkeley Open Infrastructure for Network Computing (BOINC) es un servicio desarrollado por la universidad de Berkeley que, una vez instalado en nuestro PC, es capaz de realizar cálculos en segundo plano para enviarlos periódicamente a un estudio que previamente hayamos elegido de entre la enorme lista de proyectos vigentes. Aunque suene a ciencia ficción, desde nuestro vetusto portátil o sobremesa podemos estar desvelando los misterios de una enfermedad incurable o calculando la posición de una estrella recién descubriendo.

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El siguiente paso a la hora de crear interés por la computación distribuida es claramente la necesidad de ofrecer algún aliciente interesante al usuario que de forma altruista pone a disposición de la ciencia sus equipos. Foldit, sin ir más lejos, es un ‘juego’ desarrollado por la universidad de Washington en el que colaboramos en la búsqueda de una cura contra el SIDA a partir de una rama de estudio concreta: descifrar la estructura molecular de una enzima producida por algunos primates que es fundamental en la propagación del virus. El videojuego propone puzles donde debemos realizar plegamientos en cadenas de ADN, transformando pequeños desafíos genéticos en un simple entretenimiento para ejercitar la mente.

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Este interesante mundo ahora vuelve a sonar tras haber sido presentado el mencionado Play to Cure por el grupo de investigación Cancer Research UK, un videojuego gratuito para iOS y Android que nos propone surcar el espacio con una nave espacial mientras atravesamos puntos de control y destruimos asteroides. Realmente, el camino trazado por nuestra nave es información genética obtenida por cadenas de ADN de muestras cancerígenas. Durante el juego podremos elegir distintas rutas, que se traducen en nuevos patrones de análisis para dicho material.

Ciencia-videojuegos-Play-to-cure

El llamado Elemento Alfa es el ‘bonus’ del juego, puntos a recoger con los que podremos mejorar la nave, y cuya menor presencia se corresponde con fallas genéticas en cromosomas de las muestras a estudiar. Al buscar los jugadores la mejor ruta posible para recoger más Elemento Alfa se está creando un material valioso que posteriormente es enviado a través de la aplicación para su estudio.

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