Según un reciente estudio de Samsung, el 72% de los usuarios encuestados afirmaba fingir saber el significado de términos tecnológicos que realmente no entiende, siendo uno de los que más confusion genera el tan traído y llevado uso de LA NUBE, así, en mayúsculas. ¿A qué se refiere este concepto? ¿Cómo podemos aprovecharnos de esta funcionalidad en nuestros dispositivos móviles? Que nadie sufra, que aquí estamos para explicarlo.
¿Qué es la nube?
Con el aumento en la velocidad de nuestra conexión a Internet ha llegado un punto en el que la transferencia de archivos desde un lugar remoto es casi tan rápida como buscar esa información en una unidad física local (salvando las distancias, claro). Esto quiere decir que muchos servicios online optan por almacenar ellos mismos nuestra información en vez de dejar en nuestras manos su gestión. Un ejemplo práctico: Desde que el mundo es mundo hemos descargado las fotos de nuestra cámara o dispositivo móvil en el PC para tenerlas a buen recaudo y poder borrarlas del espacio donde se encontraban para volver a tener espacio. A día de hoy, empresas como Facebook o Google nos dan la posibilidad de dejar que ellos guarden dichas fotos en sus propios servidores, de forma que podamos acceder a las mismas desde cualquier parte.
Quien dice fotos dice cualquier tipo de documento que se nos ocurra. De hecho, Google lleva mucho tiempo apostando por la computación en la nube, hasta el punto de que los llamados Chromebooks (su propia gama de laptops/portátiles) tienen un disco duro de poquísima capacidad según los estándares actuales, que opta por utilizar todos sus servicios de almacenamiento en la nube. Google Drive, Docs o Photos son algunos de los que podemos utilizar desde hace mucho en nuestros dispositivos Android.
Pero si nos salimos de lo más obvio, el uso de la nube se extiende a la mayoría de cosas que hacemos con nuestros dispositivos móviles: nuestra bandeja de correo de Gmail no está en nuestro PC, los vídeos que vemos y subimos a YouTube están almacenados remotamente, nuestras fotos de Instagram también, la configuración por defecto asociada a nuestras cuentas de Android o Windows no son «tangibles»… podemos seguir tanto como queráis.
Apps Android para sacar provecho de la nube
Nuestra primera avanzadilla en el mundo del almacenamiento en la nube pasa por usar uno de los servicios con los que deberíamos estar más familiarizados. Como poco, incluso al más ajeno a estas cosas deben sonarle cosas como DropBox o el mencionado Drive. Se trata de «discos duros remotos» a los que podemos acceder desde cualquier parte y donde podemos guardar y sacar todo tipo de archivos.
La mayoría de estos servicios ofrecen una gran cantidad de espacio gratuito de almacenamiento, aunque si nos quedamos cortos siempre podemos pagar una cuota mensual (que en determinados casos no llega a los 2$/€) con la que ampliar el espacio disponible. En el blog realizamos cada año una comparativa con los servicios más utilizados. En la edición 2016 se llevó la palma Google, que hace unos meses pisó fuerte ofreciendo nada menos que espacio ilimitado para almacenar nuestras fotos.
En el caso de las redes sociales, Facebook es todo un referente. Hace bastante tiempo que Google también ofrece la posibilidad de guardar en sus propios servidores las fotos que hacemos desde nuestro smartphone, instándonos a que instalemos su aplicación Facebook Moments para gestionar las galerías y compartirlas con nuestros contactos.
Pero vamos a ser más prácticos todavía. Vamos a hablar de WhatsApp. ¿Sabías que existe una forma de hacer copias de seguridad automáticamente de nuestras fotos y conversaciones? En este post del blog lo explicamos; lo único que se necesita es de disponer de una cuenta de Google Play, aunque siendo usuario de Android se da por sentado que disponemos de una cuenta de Gmail.
¿Existen peligros a la hora de usar la nube?
Para un usuario medio, los riesgos de perder nuestros archivos por estar almacenados en servidores de terceros son casi los mismos que si los tuviéramos almacenados localmente. Cualquier unidad de almacenamiento físico se degrada con el paso del tiempo y puede corromper la información almacenada si no somos suficientemente metódicos a la hora de duplicar nuestras copias de seguridad y renovar nuestros dispositivos de almacenamiento cada pocos años. Igualmente nada impide que en un futuro pueda producirse un catastrófico apagón digital que provoque la pérdida de nuestra información almacenada en la nube sin posibilidad de recuperación alguna. Si nos ponemos a comparar ambas desdichas, esta última parece incluso más improbable.
Otro tema muy diferente es el de la privacidad de nuestros datos. Cuando utilizamos un servicio de almacenamiento en la nube estmamos aceptando una cláusula en la que en muchos casos dejamos que terceros utilicen nuestras imágenes para enriquecer sus propios servicios. Esto no quiere decir ni mucho menos que las fotos de nuestras últimas vacaciones familiares vayan a aparecer en una búsqueda de Google, pero no cabe duda que en algún sitio deben estar indexadas si cuando escribimos en el buscador de Photos la palabra «cumpleaños» y, efectivamente, el algoritmo de detección y búsqueda de imágenes nos muestra aquellas en las que estamos soplando velas en una tarta.
En definitiva, una vez comprendido su funcionamiento, parece que la nube no es algo tan lejano como puede parecer a simple vista, hasta el punto de que seguramente la hayamos estado utilizando sin ser conscientes de ello. Cada vez hay una mayor cantidad de software que trabaja intensivamente con la computación en la nube, al ofrecer todo tipo de contenidos de forma remota y permitiendo nuestra interacción en detrimento del almacenamiento local. De todas formas, si la humanidad sufre una apagón digital, posiblemente tengamos cosas más importantes de las que preocuparmos que haber perdido las fotos de un fin de semana en una casa rural.