A día de hoy todavía hay mucha discrepancia sobre cuál fue el primer smartphone de la historia. Algunos señalan al IBM Simon Personal Comunicator lanzado en 1994, otros al Ericsson GS88 «Penelope» de 1997, pero lo que está claro es que el concepto se asentó a partir de, aproximadamente, el año 2000.
En estas dos décadas hemos visto cómo han evolucionado este tipo de dispositivos y cómo, sin apenas darnos cuenta, se han convertido en parte inherente de la civilización actual. Pero más allá de las especificaciones técnicas, hay un parámetro que ha oscilado desde aquellos primeros años del siglo XXI.
Se trata del tamaño del teléfono, siempre marcado por la diagonal de su pantalla. Y es que cuando los teléfonos no tenían pantalla táctil no era tan importante que el tamaño de la pantalla fuera más o menos grande, pero todo eso cambió en 2007 con la llegada del primer iPhone.
iPhone 2G: el inicio del cambio
En 2007 Steve Jobs se subía al escenario de la conferencia Macworld de San Francisco y mostraba al mundo lo que denominaba como «la reinvención del teléfono». El primer iPhone tenía una pantalla de 3,5 pulgadas con una resolución de 480 x 320 píxeles y una densidad de 163 ppp, algo que, aunque ahora nos suene a risa, por aquel entonces era monstruosamente grande. Además, en el iPhone la pantalla servía para gestionar la información en lugar de únicamente proyectarla, lo que abrió el paso a todo lo que vino cuatro años después con Android.
En 2010 el sistema operativo móvil de Google ya estaba lo suficientemente maduro con su versión 2.0 disponible y varios fabricantes funcionando a todo gas. Fue entonces cuando comenzó a crecer el tamaño de las pantallas de los móviles sin que apenas nos diéramos cuenta, dejándonos algo que hasta hace muy poco se conocía como phablet (concepto de híbrido entre teléfono y tableta).
El que más empeño puso en esto fue Samsung. El gigante coreano estrenaba en 2011 el Samsung Galaxy S2, un smartphone con pantalla de 4,3 pulgadas y resolución HD. En los años siguientes la tendencia se mantuvo con modelos como el HTC Sensation (4,3 pulgadas), HTC Sensation XL (4,7 pulgadas) o el primer Samsung Galaxy Note (5,3 pulgadas).
Samsung: instaurando lo grande
Con la llegada de este último en octubre de 2011 la tendencia de las phablets se asentó y de pronto casi nos plantamos en la actual tendencia de las 5,5 pulgadas. En 2013 Samsung siguió en sus trece y lanzó el Samsung Galaxy Mega con una pantalla de 6,3 pulgadas, algo que por aquel entonces seguía pareciendo cosa de locos (incluso había memes y referencias sobre el tema).
Mientras que Apple optaba por una pantalla de 4 pulgadas para el iPhone 5 en 2012, entre 2013 y 2016 siguieron llegando dispositivos Android con tamaños de pantalla de más de 6 pulgadas. Algunos de ellos fueron el Sony Xperia Z Ultra, el Nokia Lumia 1520 o el anteriormente mencionado Samsung Galaxy Mega.
Pero al mismo tiempo que llegaban smartphones de este tamaño, las 5 pulgadas de diagonal también se estandarizaban. Por ejemplo, el Galaxy S4 de Samsung llegaba en marzo de 2013 con una pantalla de 5 pulgadas y el Galaxy Note 3 se estrenaba con una de 5.7 pulgadas.
Apple se amolda a la tendencia que sigue in crescendo
Tras este buen recibimiento de las pantallas grandes, Apple se sumó al cambio y lanzó en 2014 su primer modelo con el apellido Plus con una pantalla de 5,5 pulgadas, el iPhone 6 Plus. Esta tendencia de sacar dos (o más) tamaños de un mismo modelo llegó para quedarse y actualmente tanto Apple, como Samsung o Huawei (aunque ahora no esté muy activa) lo siguen llevando a cabo.
Siguiendo con la línea temporal, en 2015 lo habitual ya era ver smartphone de 5 pulgadas estándar acompañados de una versión de mayor tamaño, que generalmente correspondía a 5,5 pulgadas. Mientras tanto, las pantallas seguían creciendo y ajustándose cada vez más a los márgenes del teléfono para decir adiós dentro de lo posible a los marcos.
La guerra contra el notch
Así nació otro teléfono que cambió nuevamente el concepto estético de los smartphones: el Xiaomi Mi Mix. Este teléfono de 6,4 pulgadas hizo lo imposible por no tener marcos y dejar al descubierto todo su frontal. Para ello Xiaomi cambió de sitio la cámara frontal, ubicándola en el margen inferior derecho, una solución que jamás volvió a repetirse, pero que inició la tendencia de las pantallas sin notch que a día de hoy perdura.
En 2018 ya quedaba bastante claro que las pantallas grandes habían llegado para quedarse. Samsung lanzó los Galaxy S8 y Galaxy S9 con 5,8 y 6,2 pulgadas para las versiones estándar y Plus respectivamente. Luego llegó el Galaxy S10 con sus 6,1 pulgadas y la mayoría de fabricantes, desde Huawei hasta Xiaomi, pasando por Oppo y otras más jóvenes como Realme, no se han bajado del carro de las 6 pulgadas desde entonces.
De hecho, actualmente es muy complicado encontrar smartphone cuya diagonal de pantalla quede por debajo de las 5,5 pulgadas. ¿Cuál podría ser la razón de este cambio de tendencia al alza?
El smartphone como dispositivo de primera necesidad
Quizás la más evidente de todos los motivos por el que queremos pantallas grandes es que, para muchos usuarios, el teléfono se ha convertido en la segunda pantalla que complementa al ordenador o incluso, lo reemplaza en su día a día. Pero no solo hablamos de trabajo y productividad, sino del consumo de contenido multimedia y de ocio que también se ha desplazado hacia los smartphones de manera significativa en los últimos años.
Todo esto significa (entre otras cosas) que pasamos más tiempo con el teléfono, ergo necesitamos smartphone con pantallas más grandes, lo que nos lleva a una evidente evolución: los dispositivos plegables.
Los teléfonos flexibles siguen siendo el futuro
Por un lado, tenemos una tendencia clara hacia las pantallas grandes, pero por otro se complica que estas sigan creciendo sin que los dispositivos ocupen cada vez más espacio en el bolsillo o mano del usuario.
Sobre esto llevan tiempo pensando los fabricantes de smartphone y la solución parece clara, aunque aún no ha terminado de cuajar para todos: los dispositivos flexibles. Llevamos años escuchando hablar de ellos, viendo prototipos y maquetas en cada MWC o CES Las Vegas, pero por el momento el único fabricante que ha encaminado con fuerza esta línea de producto es Samsung con sus Galaxy Z Fold. Xiaomi también tiene un Mi Mix Fold de 8,1 pulgadas, pero este aún no se ha dejado ver fuera de su China natal.
¿Veremos próximamente smartphones plegables de otras marcas? Los rumores y filtraciones apuntan que sí, que vamos a tener plegables para rato y además, esperamos que a un precio más asequible al aumentarse la oferta.
Por ejemplo, Oppo ya tiene un prototipo bastante estable y LG trabaja en el desarrollo de un material denominado Real Folding Window. Este material podría allanar el camino para la llegada en 2023 de pantallas flexibles realmente duraderas (supuestamente la empresa ya tiene compradores, pero no ha dado nombres).
Apple por su parte quizás tarde un poco más en apuntarse a esta tendencia pues, aunque según analistas como Ming-Chi Kuo ya trabaja en el desarrollo de un iPhone plegable de ocho pulgadas para 2023, los de Cupertino son conocidos por tardar siempre un poco más en adoptar ciertas tecnologías y tendencias. Sin duda, la evolución del tamaño de las pantallas de los móviles está abocándonos hacia los smartphones con pantalla plegable, pues la idea de llevar casi una tablet en el bolsillo no es nada atractiva.