Los métodos de enseñanza tradicionales, al menos en occidente, siempre han girado en torno a la figura del profesor como núcleo de la progresión de los estudiantes, realizándose  posteriormente cualquier apoyo para afianzar los conocimientos adquiridos. El llamado ‘flipped learning’ o aula invertida propone que sea el propio estudiante el que lleve el ritmo de forma individual fuera de las aulas, siendo la asistencia a clase, la colaboración con sus compañeros y el apoyo docente las claves para cimentar lo aprendido por sí mismo. Para potenciar este sistema, el uso de la tecnología se hace indispensable en nuestros días.

Aprender a emprender

Vivimos en un mundo que se contradice por completo a la hora de incentivarnos y promover la inventiva. Emprender es el futuro, que dicen los «expertos» en la materia. Constantemente nos instan a que seamos nosotros los que llevemos las riendas de nuestro destino, pero ese espíritu, esa predisposición, no fluye de la nada y requiere un largo proceso de concienciación que empieza en la infancia. Ser autodidacta y saber autoevaluarse para ganar confianza es la piedra angular de esa filosofía.

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Pero ni mucho menos hablamos de una nueva tendencia. Los japoneses, avanzados ellos como nadie, instauraron hace ya más de medio siglo el llamado método Kumon, creado por un profesor que pretendía mejorar el bajo rendimiento de su hijo en matemáticas mediante pequeñas hojas de estudio que debía realizar en casa a diario. De esta forma, es el propio niño quien decide su ritmo de progresión, llegando en muchos casos a superar el nivel de su clase.

Móviles y tablets

No hay que ser muy avispado para entender el calado de los dispositivos móviles en los niños actuales. Varios estudios contrastan afirmaciones tan sorprendentes como que el 36% de los bebés de menos de un año es capaz de tocar la pantalla de un smartphone con cierto «sentido» para hacer que pasen fotos o se inicien vídeos; o que un 93% de los niños entre ocho y once años sea usuario habitual de YouTube. Parece que la tecnología está lo suficientemente arraigada en el día a día de los jóvenescomo para que tenga bastante sentido instaurarla en el ámbito académico como herramienta didáctica.

Otra cosa es cuando se mezclan churras con merinas. Tener el móvil en clase no resulta precisamente productivo, y de hecho ya se están empezando a tomar medidas duras contra la tecnificación y adicción de los jóvenes a la tecnología en su tiempo de ocio. En Reino Unido, sin ir más lejos, comienza a moverse en el Ministerio de Educación la posibilidad de prohibir oficialmente el uso de smartphones y tablets en clase. No, por ahí no van los tiros precisamente, y los estándares educativos deben aprender a utilizar esta tecnología en su favor. Marcos Garasa, director pedagógico de Innovaschool experta en el desarrollo de nuevas metodologías educativas, afirmó en una entrevista que  «Es el fin de las clases magistrales, se inventaron en el siglo XVIII y es hora de actualizarse o morir»Nosotros como padres tenemos en nuestras manos la posibilidad de comenzar este cambio en nuestros hijos promoviendo su capacidad para esforzarse de forma individual.

Herramientas para potenciar el aprendizaje

Existen muchas propuestas para incentivar la capacidad resolutiva del alumno a través de aplicaciones, pero pocas tan completas y que tienen en cuenta tantos puntos de todo lo expuesto como Smartick. El proyecto, con más de un lustro a sus espaldas y tres desde que lanzaron de forma comercial su aplicación en dispositivos iOS, hace ahora lo propio en Android, por lo que prácticamente cualquier estudiante puede tener acceso a la herramienta a través de sus dispositivos o incluso desde el propio navegador en un equipo de sobremesa gracias a su versión web.

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El servicio propone un método de aprendizaje online que se adapta automáticamente al nivel de cada niño según su edad, abarcando ejercicios y actividades en la franja de los 4 a los 14 años. A través de pequeñas sesiones de quince minutos se plantean ejercicios de mátemáticas, lógica y percepción amparados por un algoritmo que recava toda la información relacionada con el rendimiento del niño y adapta los problemas posteriores según su progresión. Además, todos estos datos pueden ser revisados y controlados por un tutor para estar al tanto en todo momento de su rendimiento.

Smartick ha recibido varios premios y reconocimientos en los últimos tiempos, y de hecho su plataforma ha sido utilizada de forma experimental en varios colegios para utilizarse como complemento a las clases tradicionales dentro de las propias aulas. Aún así, el carácter flexible de los medios online permite descentralizar el lugar de uso. Sea como fuere, lo cierto es que los tiempos están cambiando y parece que estamos predestinados a cambiar las bases de los métodos de enseñanza vigentes si queremos aprovechar el potencial de cada indivuo durante sus primeros (y decisivos) años de aprendizaje.

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