La industria del videojuego vive ahogada en gritos contra los modelos de negocio contemporáneos, lo cual no quita que sus nocivos sistemas freemium hayan sido la clave para que la industria lúdica móvil se convirtiera en el mastodonte que es en la actualidad. Y como no es lo mismo contarlo que vivirlo, he pasado exactamente un año jugando a Lineage 2 Revolution, uno de los MMORPGs Free to Play más exitosos del mundo que incluso a día de hoy sigue estando a la cabeza en ingresos. Lo peliagudo del asunto es que no ha sido por obligación, por lo que toca meterse en terreno farragoso y hablar de adicciones y sistemas de juego cuestionables.

El MMO asiático como negocio

Aunque fue lanzado inicialmente en 2016 para el mercado asiático, la versión internacional de Lineage 2 Revolution se publicó hace un año, en junio de 2017. Servidor, con un historial bastante holgado a la hora de analizar MMORPGs, tomó por rutinaria la empresa al estar frente al enésimo freemium coreano de de esos de interactuar poco, repetir mucho, automatizar la actividad, gestionar inventarios y recolectar piedrecillas varias. Lo que no me esperaba es que hoy, un año después, seguiría jugando.

Lineage 2 Revolution es una adaptación del exitoso MMORPG de NCSOFT, o al menos una de ellas, ya que su desarrollo y distribución corre a manos de Netmarble, mientras que el estudio creador de los títulos originales para PC hizo lo propio con Lineage M, adaptación del primer juego de la saga con gráficos isométricos 2D que todavía no hemos olido fuera del mercado asiático. Aunque hayan pasado ya varios años desde su lanzamiento, ambos siguen siendo los dos juegos que más ingresos generan en países como Corea del Sur e Indonesia. Sin ir más lejos, los ingresos de este último durante el primer trimestre de 2018 ascienden a 189 millones de dólares. Por su parte, Lineage 2 Revolution ha superado los mil millones en ingresos con tan solo un año de vida.

Lineage 2 Revolution Dungeon Vampires

Ahora bien, cualquiera que haya dedicado unas cuantas horas de su adolescencia a los títulos de PC originales conocerá de sobra una fórmula que se ha mantenido inamovible en el género desde hace lustros, y que se ha prodigado por casi cualquier género más allá del rol multijugador online. Cualquier cosa que se catalogue como MMO viene con una serie de vicios y mecánicas vetustas bajo el brazo. El modelo freemium es casi el único viable en Android, plataforma asociada a la gratuidad de sus apps al contrario de iOS, aunque esta última se haya visto irremediablemente arrastrada al mismo agujero. Prueba de ello es el reciente cierre de la división para videojuegos móviles de Square Enix Montreal, quienes habían lanzado juegos de Tomb Raider, Hitman y Deus Ex para móviles siguiendo la fórmula tradicional de realizar un pago único para disfrutar de todo el contenido. Si con esas licencias no se ha podido remontar, ya me dirán qué hace falta.

Un modelo complicado

No es casualidad el hecho de que tanto Nexon como Netmarble sean surcoreanas. Dos de los más importantes desarrolladores de videojuegos para móviles de la actualidad promueven un modelo de negocio nacido en el país con más ludopatía infantil del mundo. Un país que desde hace varios años el propio gobierno obliga a que los servidores de los principales juegos que operan allí sean desactivados durante seis horas por las noches para que los más adictos al menos duerman algo. Hablamos de que la Organización Mundial de la Salud reconoció recientemente la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental, haciendo especial hincapié en la situación de dicho país, donde la mitad de los jóvenes entre 10 y 19 años juegan como mínimo tres horas al día a videojuegos.

En un tiempo donde el uso y abuso de las llamadas lootboxes hayan sido incluso declaradas ilegales en algunos países, estos modelos cercanos a los juegos de azar en su concepción pastan a sus anchas en dispositivos móviles. Tanto L2R como cualquier otro MMO vigente que se nos ocurra utiliza estos sistema de repetición de tareas hasta la saciedad para obtener azarosas recompensas. El problema es que las posibilidades de obtener dicho premio gordo aumentan si pasamos por caja, engordándose un ya de por sí mórbido problema. Aún así, tengamos claras las recurrentes campañas mediáticas de desprestigio contra el enésimo juego de moda. Hoy le toca el turno a Fornite, el cuál, por muy enganchado que tenga a medio mundo, se mueve por otros derroteros mucho más nobles por mucho que quieran hacernos creer lo contrario.

Lineage 2 Revolution tienda

Volviendo a Lineage, en todo este tiempo he contemplado muchísimas ‘crisis de fe’ en jugadores que dedican incontables horas al día al juego para escapar de sus problemas en el mundo real. La repetición indiscriminada de actividades virtuales llega a resultar embriagadora, como si esta rutina diaria compensara con las inesperadas vicisitudes de MundoReal(tm). Aún así, las parcas relaciones enetre jugadores a través de los clanes son el escaso pegamento de este solitario divertimento nacido en países con una sociedad individualista y terrible pánico al fracaso escolar y laboral. Esto es un refugio nuclear a varios niveles, o al menos uno más seguro de lo que los videojuegos en su propia concepción siempre han sido. Que un preadolescente gastándose los cuartos del padre en el FUT va por otros derroteros más relacionados con la desidia en la crianza que otra cosa. Ahí que cada uno lleve su cruz.

Lo del burro y la zanahora

Pero pongámonos en situación. L2R sigue el modelo tradicional del género que germinó en PC. Esto es, disponer de un enorme mundo con grandes áreas interconectadas en las que tenemos que superar misiones de diversa índole a medida que vamos subiendo de nivel y mejorando nuestro equipo. Por hacer algo más ágil la carga en dispositivos móviles, muchas de las actividades que ofrece están instanciadas en mapas independientes al mundo de juego, como son las mazmorras, los asedios a fortalezas o las zonas PvP. Muchas de estas pruebas tienen un requisito por nivel, por lo que debemos realizar todas las tareas posibles que se nos encomienden si queremos desbloquear más desafíos. Así Ad infinitum.

Esta progresión está dosificada al milímetro para que cada día tengamos que acceder al juego y realizar una serie de tareas que tan solo podremos repetir pasadas 24 horas. ¿Les suena? Dichas tareas van desde realizar cinco combates en la arena hasta participar en una pequeña raid instanciada, pasando por superar varias tareas de eliminación de enemigos o hacer check-in en la sala de clan. Exprimir toda la experiencia obtenible en un día nos puede llevar perfectamente un par de horas al día entre una cosa y otra. Eso sí, sin demasiada participación por nuestra parte.

Lineage 2 Revolution lista de tareas

La clave del asunto es que prácticamente todo el sistema de control está automatizado. Por defecto, el personaje se moverá automáticamente hacia el punto donde se encuentra la misión a realizar, acabará con los enemigos también de forma asistida y regresará al punto de inicio para obtener la recompensa; a nosotros nos basta con darle al botón de ‘aceptar’ cada rato, haciendo que prácticamente podamos avanzar en el juego constantemente estando AFK. Un ejemplo curioso: los clanes pueden activar cada cierto tiempo las llamadas ‘hogueras’ en su sala privada, la cual nos otorga experiencia de forma contínua por le mero hecho de tener el monigote allí parado. Efectivamente, cada tres noches dejo una hora a mi avatar totalmente estático. Diversión pura y dura a la altura de minar bitcoins con un cluster de gráficas refrigeradas por agua, aunque ese papel pasivo resulta fundamental para entender todo el sistema.

El modelo de juego en L2R, al igual que el de sus homólogos, es muy barroco. Aunque muchas de las transacciones de juego se realizan con Adenas (la moneda virtual del juego), también existen los diamantes, que nos permitirán repetir más de una vez las mencionadas tareas diarias entre otras cosas, y que podremos adquirir pasando por caja aunque también nos compensarán de vez en cuando con ellas en las misiones. Pero es que no acaba aquí, ya que también hay diamantes azules y amarillos, lingotes para subir de nivel nuestro equipamiento y bonos de experiencia para determinadas áreas del juego. Podremos avanzar a buen ritmo en el juego sin gastar un céntimo, pero para mantenernos ‘vigentes’ habrá que dedicar un buen puñado de horas de juego o pasar por caja para que el proceso se acelere.

El problema de esto viene cuando los desarrolladores se guardan incontables ases en la manga para que nunca sintamos que hemos alcanzado el contenido high end de juego. A los pocos meses de lanzarse el juego se amplió el nivel máximo de 130 a 180, añadiéndose nuevas áreas y tareas diarias, cosa que volvió a repetirse en marzo de este año con la subida hasta nivel 260 y un nuevo nivel de rareza de objetos por encima del SR. Para no desanimar a los primerizos se añaden bonos de experiencia y objetos para los jugadores de nivel bajo. No hay nada dejado al azar.

Lineage 2 Revolution farmear

Un sistema extensible a todos los géneros

Entonces hablamos de un subgénero repetitivo cuya progresión no es más que un espejismo, y que a la postre resulta ser una vía de escape a los problemas del día a día precisamente por flirtear con ademanes propios de salón de juego y no proponernos riesgo ni complicación alguna. Hace unos meses cedí mi posición como líder de clan y pasé un par de meses totalmente desconectado por la antes mencioanda crisis de fe asociada al género. Hace un par de semanas regresé cual fumador en eterna retirada y estoy a punto de decir adios definitivamente, pero no me arrepiento en absoluto del tiempo invertido precisamente por haber disfrutado de buenos ratos entre cararadas también atrapados en la ratonera. Juntos hemos montado un pequeño palacio de cristal que, por el motivo que sea, nos ha compensado a largo plazo.