El pasado mes de agosto, WhatsApp publicó un comunicado en el que nos avisaban de un cambio en los términos de servicio y su política de privacidad. El motivo tenía que ver con sus planes de futuro bajo el auspicio de Facebook en cuanto a la posibilidad de compartir información con dicha red social. Esto, como es obvio, no sentó bien ni a los usuarios ni a las instituciones, por lo que el asunto ha desembocado en una carta enviada por el organismo competente europeo de protección de datos instando al mismísimo CEO de WhatsApp que detenga la maniobra en Europa hasta estudiarla concienzudamente y comprobar su viabilidad.
Una opción que se convirtió en obligatoria
A finales de agosto y sin previo aviso, al abrir el cliente oficial de WhatsApp nos apareció un mensaje en el que se nos informaba del mencionado cambio en los términos de uso de la aplicación. En él, se pedía nuestro consentimiento para poder compartir información de nuestra cuenta para, según ellos, «mejorar nuestra experiencia con los productos y publicidad de Facebook». Podíamos aceptarla o rechazarla, pero en ambos casos podíamos seguir utilizando la aplicación, dándonos 30 días como máximo para elegir y pudiendo postponer dicha decisión durante ese tiempo.
Las cosas se empezaron a complicar precisamente un mes después. A partir del 26 de septiembre la aceptación de las condiciones se volvió obligatoria e imprescindible para poder seguir utilizando la aplicación. El problema es que, a partir de ese momento ya no aparecía el casillero desmarcable de compartir información con Facebook. Si demoramos la decisión todo este tiempo ya no teníamos opción de evitar que lo hiciera.
Las autoridades plantan cara
Las consecuencias no se hicieron esperar. Tan solo un día después del cambio en las condiciones, la Agencia de Protección de Datos de Hamburgo, interpuso una orden administrativa con la intención de detener la recopilación de información. Aunque nuestro nombre o número de teléfono no se comparte, otras cosas como nuestro modelo de smartphone, tiempo de uso, resolución de pantalla o compañía telefónica contratada sí que entran en el lote de información enviada. Al tratarse WhatsApp y Facebook de entidades independientes existen muchos aspectos legales que interfieren con la jurisdicción de muchos países en ese ámbito. Muchos gobiernos han dado cuenta de ello.
En España, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) también compartió sus intenciones de realizar una investigación en profundidad sobre el asunto. Todos estos movimientos han desembocado en la redacción conjunta por parte de varios países de la Unión Europea (el llamado G29) de una petición explícita a Jan Koum actual CEO de WhatsApp, con fecha del pasado 27 de octubre. Dicho movimiento ha surtido efecto, ya que Facebook ha suspendido de forma indefinida el cruce de información con WhatsApp hasta que se aclare la situación.
Mucho ruido y pocas nueces
Ahora bien, más allá de la información aquí expuesta, hay que tener claras un par de cosas. El hecho de que WhasApp comparta cierta información con Facebook es un grano de arena en el desierto. Google extrae información sobre nuestros hábitos de navegación a diario, amén de otras tantos servicios de terceros de los que ni siquiera conocemos su funcionamiento interno. Puede que todo este revuelo sea más fruto de no dejar pasar ni una a estos gigantes empresariales, o al menos que sirva de toque de atención a la hora de tratar las empresas con información privada de forma cuanto menos, ilícita. Lo que está claro es que a corto o medio plazo, y decida lo que se decida, todas estas maniobras no van a afectarnos ni lo más mínimo a los usuarios más allá de un par de anuncios que sepan que tenemos un móvil Samsung y solemos chatear antes de acostarnos. Y eso lo sabe hasta tu vecino.
dbhbv
juan